Noche, marzo, 2015 por Pablo Müller |
«y escribía para sí, para después de muerto,»
Antonio Hernández
La vida automática,
las alas que da la historia,
los ludistas que infectan ordenadores,
— todas las ciudades que conozco son Nueva York,—
el hijo que pide explicaciones sobre obuses,
tengo un pasado de artillero, el nombre que tiene
el mar,
la estrella que gobierna el rumbo,
pies ligeros que trotar hacia la muerte, compañero,
compañero, haced de metal la despedida,
de azules la cama de hojarasca de los gatos,
la vida.
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