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domingo, 31 de mayo de 2015

EL VASO DE AGUARDIENTE


Bilbao, marzo de 2013 por Pablo Müller


«Cuenta la historia que existió un poeta más borracho que el propio aguardiente, tanto que ni dormía, y cuando lo hacía, se acostaba sobre una cama de clavos para atraer a los espíritus que pueblan sus poemas.»
Edwin Madrid


Muerde el vaso de aguardiente a quien se acerca
sin permiso de su dueño, fiel el vaso de aguardiente
que gruñe por lo bajo y enseña la dentadura que tiembla,
no duerme y esas noches brilla doble bajo las bombillas
supervivientes, no descansa a la espera de una palabra
nueva, escondida al pasar de las consabidas.

Muerde el vaso, muerde su sombra oscura,
tocará hueso en alguno de sus mordiscos, llegará
escondido de contradicción o camarero,
preguntará por la sed, por la cuenta, por un taxi,
y dueño de sonrisa ebria asistirá al final
del poema como quien echa el cierre
a la persiana.



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