Mercante desde la playa de Azkorri en abril de 2013 por Pablo Müller
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Desde la llama sola parte el hilo de
humo como tinta negra y en el aire hace una o dos palabras a lo sumo,
confundo
su lectura con las voces altas del
hombre que despide a Sofía Terán en dos idiomas:
zeru-lurra
en casa del padre,
y en su muerte se abren los caminos
nuevos que conducen a las otras muertes más cercanas,
y el hilo negro de humo calla
todas las palabras:
— pintadas en pared, guardadas
en libro,
y en silencio contar la vida larga como el siglo —
y en silencio contar la vida larga como el siglo —
a la tarde espera la lluvia
siempre
fuera
la lluvia de marzo, la necesaria para cuidarnos
el verano.
Cuando el silencio apaga la llama,
tres mujeres jóvenes,
a dos generaciones de distancia de
Sofía Terán,
bailan
un paso de respeto, un paso de
memoria, un paso de gracia,
la arboleda liviana,
la arboleda liviana,
ocupan las piedras viejas y la zarza,
la lluvia, la brisa, la acacia, la hoja, la lluvia de nuevo, que no invierno.
Sofía Terán ha muerto
y su amor permanece en la danza, en el
último silencio
y en la lluvia que nos espera
siempre la lluvia
fuera
la lluvia que nos prepara el verano que llega.
25
de marzo de 2013
Palabras que endosan tristeza y arena. Magnífico poema. ¡Saludos!
ResponderEliminarMuchas gracias, Elena. Te agradezco tus palabras.
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