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viernes, 14 de septiembre de 2012

EL TIEMPO SUSPENDIDO



Costa da Morte en agosto de 2012 por Pablo Müller



A Conchi

El tiempo suspendido en tus ojos es la imagen de la mañana nueva,
el brillo con noche nunca avisa tu mirada,
porque su luz siempre llega antes que la pregunta  inquieta.

Del mismo modo que los peines en los hoteles
hurto tu mirada
y la escondo en mi entraña pues el comedor
es tan grande que sólo hay lugar para nosotros,
y tu gesto, apagada la música por la hora del comienzo,
es de un sabor nuevo: café, tabaco de lejos y cobijo.

Afuera hay un rompeolas que resguarda el trozo
del mar refugiado en la calma, ocupado en acariciar
los vientres de metal viejo de los barcos cansados,
al otro lado,
rompiéndose los dientes de espuma contra la escollera,
otro mar ruge reclamando su encuentro.

Si caminamos un rato, aunque sea de día,
sobre la piedra arrojada del dique,
podemos repasar tu cuello
— desde anoche celebra el olvido imposible —

Si te fijas un poco verás que me salen guardianes de mar,
centinelas para impedir el asalto
del mar motín en ruina de ira.

Si te fijas un poco admirarás a los patos dementes
que acometen las aguas como acompañados de furia
y se detienen en el justo instante
para el requiebro: una roca vacía
del impacto y su huella.


No poseo esa habilidad. El tiempo suspendido
por tus ojos se mancha de brillo con noche,
el tiempo suspendido enumera las paladas sin rima
de los remeros jóvenes, en tu presencia
llama al último muerto y a su campana,
y concede al invierno el beneficio de las cerezas
y a mi presencia tu arrojo.

A Coruña en agosto de 2012 por Pablo Müller


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