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domingo, 4 de diciembre de 2011

SOBRE LA UTILIDAD DE LA POESIA


La poesía es además muy útil para domar la tristeza.


La tristeza hay que domarla pues de no hacerlo el lobo asustado ocupa el cuarto del baño.


Al cuarto del baño diario hay que acudir con los visados de fiesta como a la panadería donde venden los mejores tomates o a las bibliotecas que ofrecen visitas guiadas.


En las visitas guiadas mi hijo y yo pasamos las manos por los lomos erizados de los libros inquietos, recortamos las páginas impares con la forma de los pececitos de plata y de las monedas de chocolate.


A las noches guardo las monedas en una caja fuerte de bizcocho después de ordenarlas según su origen: a un lado las rentas de capital, a otro las recogidas pidiendo a la puerta de una iglesia.


La puerta encomendada a mi cuidado en la iglesia donde trabajo es la que usan los ratones cuando tienen frío. Al entrar debo enseñarles las normas de la casa, ofrecerles los manjares tóxicos de los banqueros, analizarles el colesterol con la frecuencia adecuada.



Con las subidas del colesterol elaboro gráficos de tendencias por si tiene que ver con el ciclo de los mercados, cuando acierto me dan una moneda, si yerro me quitan dos.


A las noches me duermo rodeado de abrazos de pelos locos que me cuentan historias de gigantes y jardines vallados, a cambio luego vigilo sus sueños desbrozándolos de malas yerbas y despertares inoportunos.



Comprenderán si les pido que, por favor, salgan a la calle a fumar un cigarrillo de noche y que observen si el humo es sosegado o ardiente.



Entenderán cómo ordeno la tristeza con poesía trazada en el tiralíneas de la prosa, discutiendo a los delineantes la perspectiva y la falacia, empeñando las lástimas, aguantando el aplauso por las mañanas al levantarme.




Porque la poesía es además muy útil para domar la tristeza.


Las fotografías son de la serie viaje del uno de diciembre del 2011 de Pablo Müller.

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