La grúa Karola en Bilbao por Pablo Müller en octubre de 2011
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Hubo una muerte, en la casa de enfrente,
tan reciente como hoy —
lo sé por el aire mudo
que semejantes casas tienen —
Emily Dickinson
BILBAO SONG
abundan las canchas donde
codiciosos gallos pelean por una abultada
plusvalía
que no genere más allá
de un incremento — tal vez — irregular
del patrimonio
y de leve — levísima —
opacidad fiscal
En Bilbao,
un joven penetra
a dentelladas las vísceras calientes
de otro joven confuso
por mirar — ausente — leve
levísimamente
el trasero tras las mallas blancas
prietas
de la hembra que acompaña
— según consta en bilingüe
atestado escrito por un ertziana de pelo
cano y trabajado cuerpo en un gimnasio
caro, amante de un famoso
cantante pop —
En Bilbao,
los edificios altos se levantan
con permiso del señor juez de instrucción
piquetes sindicales rabian
a las puertas de opulentos mercados de sal
En Bilbao,
las aceras amamantan gallos de sangre
las miradas de los todoterrenos confunden a los peatones
y cambian los días de la semana
En Bilbao,
los servicios municipales de limpieza
retiran pasquines de versos de lindane,
cuentan detenidamente los ratones
estampan el sello del registro de entrada
en el culo de las cucarachas
En Bilbao,
construyen un nuevo museo de titanio
proyectan un aeropuerto en forma de buitre
para los pájaros rotos que confunden el norte opaco
con el descanso.
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