Páginas

domingo, 26 de febrero de 2012

EL SUEÑO DEL RASCACIELO


Torre Iberdrola por Pablo Müller con poema de Jorge Riechmann


             el piso treinta del rascacielos sueña
             que no necesita cimientos
             Jorge Riechmann. El común de los mortales

  Una vez que ha dejado el suelo, el rascacielo, olvida por donde llegaron los ladrillos, el color de las vigas que le abrazan, y los nombres de los trabajadores despedidos.
  La poesía vertical entre el corazón y la estrella, ¿puede atravesar el rascacielo?
  Gloria Fuertes dice que con tanto acero se pueden hacer muchas cunas, con tanto cristal todos los espejos necesarios.
  Al caminar a su lado, ¿hay que buscarle los ojos al rascacielo? ¿mantenerle la mirada?



domingo, 19 de febrero de 2012

SOBRE LA POESÍA COMPLETA DE CLAUDIO RODRÍGUEZ


El Abra del puerto de Bilbao , enero de 2012 por Pablo Müller



Esta tarde en la ciudad «huele a silencio cada ser» al cruzarse. Y aunque estaba el cielo despejado, «la lluvia no tiene sal de lágrimas». En esta ciudad llueve aun cuando no lo hace.

A la faena le salen los trenes de cercanías y las naves industriales. Desde tan lejos alguien a nuestro lado dijo: «Ayer latía por si mismo el campo» y era verdad.

Claudio Rodríguez dijo, en unos versos, que las estrellas son clavos de hierro candente que sujetan la noche, evitando se desmorone sobre el mundo. Hoy sábado, dieciocho, febrero, 2012, el hierro se ha enfriado y la noche se arruinará, poco a poco, sobre nosotros, del mismo modo que cerraron las acerías, atracaron los mercantes y la pobreza salió al carnaval disfrazada de botella sin borracho al que asirse.

Un arado de río entra en el abril de la casa. Una hora de lumbre sale en la labor de las estrellas. Puedo leer el poema Al fuego del hogar una noche de enero, cincuenta y cinco años después de ser escrito esa misma noche de enero. En invierno el abrigo se queda corto y no hay dinero para comprar castañas.

«canta y canta. Tú, nunca
digas por estas tierras
que hay poco amor y mucho miedo siempre.”»

«El tiempo está entre tus manos» y el odio tiene esqueleto, el papel, la calle y el viento que huele a lluvia son los huesos de la mano.

Has cerrado la puerta, apagado las luces y la mirada se quedó dentro, como el calor y algo de polvo entre los libros.
La ropa blanca en el cajón de la cómoda del dormitorio, no la reconoces.

«Tú, luz, nunca serena,
¿me vas a dar serenidad ahora? »

La luz se entrega y se hace oscuro,
el mar se entrega y llega el hambre,
el viento se entrega y cae la lluvia.
La luz junto al mar es la verdad:
el brillo del pescado en el puerto,

«y la ceniza de la cobardía, »


domingo, 12 de febrero de 2012

MANZANA C NICHO 292 EL CIVIL


Nicho 292  por Pablo Müller en enero de 2012



«Tiene aquí mi corazón la edad del mundo,
el pez de piedra bajo el que los recién nacidos duermen.»
Juan Carlos Mestre. La tumba de Keats
  

Aquí estoy, aquí me tienes,
han pasado casi veintiséis años
y si estoy erguido no
es por retar al cielo
sino por acercarme a tu nicho.
Huele a mar y se escucha al agua
de la lluvia rezagada
o de la que adelanta su venir,
ya sabes, este clima
tan húmedo y antipático.

Aquí estoy, aquí me tienes,
ahora son más los aviones
que desafían el silencio
y menos los barcos
que tocan sus sirenas,
hay menos humo y más tristeza.
La muerte nos trató sin concesiones
severa y desapacible
para luego alejarse.
Nacieron niños
pero ninguno se llama Eduardo.

Aquí estoy, aquí me tienes,
confuso y turbado,
sin saber por donde empezar
a contarte tanto tiempo,
tanto duelo,
tanto tiempo, tanto duelo:
dispuesto a ello.



domingo, 5 de febrero de 2012

PABLO MÜLLER TIENE UN MIEDO



En viaje, agosto de 2010 por Pablo Müller


Pablo Müller tiene un miedo
como nosotros tenemos un gato.

Pablo Müller alimenta al miedo
con el pienso de su entraña,
cuida al miedo
con el mimo que niega a los niños,
acaricia al miedo
con ansiosa prudencia,
como nosotros al gato
que nos permite la caricia
para después, de repente arañarnos.

Pablo Müller besa su mano,
las gotas de sangre del miedo,
reconoce el mar en su boca,
advierte en el recelo un párpado
que cierra sus días.