martes, 31 de enero de 2017

CIRCUNSPECTO UN POEMA DE MANUELA IPIÑA





Esta mañana tu cara me ha llevado
directa al diccionario.
Quería buscar los matices exactos que esconde
la palabra circunspecto
porque ha sido la primera que ha venido
a la cabeza después de saludarte.

Ahora sé que en algún momento previo supe
algo sobre la imagen que ilustra sus matices,
y que tienes la carita de poema circunspecto.

Me sale darte en un beso,
pero creo que prefieres
una carta a los Corintios.

CIRCUNSPECTO

Manuela Ipiña – Cuando hablan de Creta y yo estoy en Marte



domingo, 29 de enero de 2017

EL DÍA QUE ME MUERA UN POEMA DE ÁNGELA FIGUERA PARA TERESA, VIEJA AMIGA






Teresa murió el jueves. En 1994 pasaba por una mala racha y ella fue mi confidente. Cafés y buenos consejos. Me regaló el libro de Ángela Figuera, ella trabajaba en un instituto que tenía ese nombre, ponérselo fue uno de los muchos logros de esta mujer luchadora. En la última página escribió:

Las mujeres del del siglo XXI quizá conozcan y vivan un mundo (al menos) distinto; para ello, los hombres y las mujeres del XX pondremos todo nuestro empeño; y mientras tanto, ya ves a tener
viejos amigos-as para estar,
viejos libros para leer,
viejos...
quién tú ya sabes"

Setiembre, “en Otoño” del 94

Luego este libro viajó conmigo a Croacia y Bosnia, y volvió tras casi un año de allí leído y releído. Luego me acompañó durante todas mis mudanzas. En veintidós años he vuelto a sus páginas muchas veces. Siempre que ha estado en mis manos he recordado a Teresa. Qué la tierra te sea leve, vieja amiga.



EL DÍA QUE ME MUERA

El día que me muera
no quiero el llanto al uso ni las flores
cortadas al efecto ni los cirios
de lento gotear en los sufragios.
No quiero el luto inútil de las ropas
ni las miradas tristes ni el silencio
ni el ramo de laurel correspondiente.
No quiero que la vida se detenga
cual si algo extraño hubiera sucedido
y el mundo no fuera como antes:
que broten flores en los mismos sitios,
que corra el agua por la misma acequia,
que los amantes trencen sus abrazos,
que nazca un niño en el portal de enfrente,
que mi vecino vaya a la oficina,
que los obreros entren en la fábrica,
que salgan a la mar los pescadores,
que las mujeres vuelvan de la compra
con un ramo de acelgas en los brazos;
que el labrador entierre su semilla
cuando amanezca el sol y el estudiante
cierre sus libros cuando el sol se ponga;
que se oigan las sirenas de los buques,
los golpes del martillo, los motores,
las voces de los niños en el patio,
los ruidos de la calle, los jilgueros.

Y quiero que, a la hora de costumbre,
los míos se reúnan a la mesa,
partan pan y cambien la sonrisa.

Que mis amigos beban unos chatos
y escriban un poema por la noche.

Ángela Figuera Aymerich de Toco la tierra en Obras completas


poesía Hiperión

sábado, 28 de enero de 2017

37 GALDERA MUGAZ BESTALDE DUDAN KONTAKTO BAKARRARI, UN POEMA DE BERNARDO ATXAGA




37 GALDERA MUGAZ BESTALDE DUDAN KONTAKTO BAKARRARI

Esaidan, zoriontsuak al zarete mugaz bestaldeko biztanleak?
Kausitzen al duzue maitasunik sikira zuen maitatuen arteko ehundiko hogeitabost edo hogeiaren baitan, ala hemen
bezala
mutu al diraute telefonoak, bihotz mortuak bailiren gauez
gau
bihotz mortuak bailiren etxeko laberintoaren azkeneko
salan?

Zuen erresumako lurraldeen artean ba al dago Greenland
edota
Groenlandia deitutako parajerik? Ospelak al dira hango
haranak?
Ba al daude Shell konpainiako gasolinategiak, eta ez al dira
biltzen
tximeletak kolore horiko karrankaletan? Neguan ere ez?
Ez al du esistitu han Cenizas bezala firmatzen zuen espia
batek?

Esaidan, zoriontsuak al zarete mugaz bestaldeko biztanleak?
Ez al duzue karramarroekin ametsik egiten? Eta ume
itsuekin?
Tom Simpson ziklistarekin akordatzen al zarete inoiz? -nola
asfisiatu zen Aubisque mendian gora, nola bere elastikoak axedrez taula apurtu bat zirudien karreteraren harri
txintxarretan?

Mugaz bestaldean, hostoek ematen al diete babesa fruituei?
Ba al dago marrubirik? Arrain abisalek ba al dute aurresen-
tipenik
eguzkiaz, ba al dakite argia eta iluna hitzak bereizten?
Trena hartu eta egunaren trasparentzian izkutatu zen
jendeak,
azken unerarte gorde al zuen geldi zitekeeneko ilusioa?

Hala esan zaidan, haize boladetan datzala txorien halabe-
harra,
ba direla portua sekula arkitzen ez duten untziak itxa-
soan;
Zuek patua aipatzen duzuenean, zertaz ari zarete zehazki?
Lan seguru baten abantailaz? Edo laranjarekin jaten denaz,
sinpleki?
Otoi egiterakoan, gogoan izaten al dituzue desertuko
karabanak?

Asko al dira, asko al zarete mugaz bestaldeko erresuma
hartan?
Egunero kaletik ikusten dudan jende hau, han bizi al da?


37 PREGUNTAS A MI ÚNICO CONTACTO AL OTRO LADO DE LA FRONTERA



Dime, ¿Es feliz la gente allá al otro lado de la frontera? / Encuentra su amor respuesta en un veinte o veintidós por ciento de los casos, o como aquí / son mudos los teléfonos, corazones desiertos noche tras noche / corazones desiertos en la última habitación del laberinto?

¿Hay en vuestro reino, entre vuestros territorios, algún lugar / llamado Greenland o Groenlandia? ¿Son sombríos sus valles? / ¿Hay gasolineras de la compañía Shell? ¿Se acercan las mariposas hasta las conchas amarillas? ¿Ni aun en invierno? / ¿Nunca existió allí un espía llamado Cenizas?

Dime, ¿Es feliz la gente allá al otro lado de la frontera? / ¿Nunca soñáis con cangrejos? ¿Y con niños ciegos?
¿Os acordáis alguna vez del ciclista Tom Simpson, de cómo se asfixió en el Aubisque? ¿Qué me decís de la imagen de su maillot / como una tabla de ajedrez rota sobre la gravilla? Al otro lado de la frontera, ¿protege la hoja al fruto? / ¿Hay fresas?

¿Tienen los peces abisales presentimientos / acerca del sol? ¿Saben distinguir la palabra Luz de la palabra Sombra? / Aquellos que al tomar el tren, desaparecieron en la transparencia de la tarde, / ¿Hasta cuándo conservaron la ilusión de que podrían quedarse?

Se me ha dicho que para los pájaros no hay otro destino que el viento / y que hay barcos que jamás alcanzarán un puerto. / Cuando vosotros habláis del destino, ¿A qué os referís exactamente? / ¿A las ventajas de un trabajo seguro? ¿Quizás a lo que se come con salsa de naranja?
¿Nunca rezáis por las caravanas del desierto?

¿Son muchos, sois muchos los habitantes del otro lado de la frontera? / Esta gente que veo todos los días por la calle, ¿vive allá?

Bernardo Atxaga – Poemas & híbridos

lunes, 23 de enero de 2017

ALTAMIRANO, 34, UN POEMA DE JULIETA VALERO





ALTAMIRANO, 34

Una casa en ele
como entonces mi vida,
una sola doblez,
la del cansancio de siglos cuando subíamos
de Rosales, adelantando
en las rodillas
todas las batallas —francas heridas
de genealogía inmediata, francos
dolores—. Por el pico y la desgana
nos lanzaban dos a dos,
al baño. El más turbio guerrero gritaba la ignominia
con su último soprano
y dejábamos el agua hecha cieno
inofensivo. Ropa limpia, raya a un lado
y el pasillo violento en sus olores.

A las nueve la casa bullía
con timbres de mujeres
y la diáspora cesaba en torno
a la cena. Mis hermanos,
neptunos desbocados, emergían
de un patio remoto en su dureza
y hendiendo el aire de ritmos tridentinos nos llenaban
los platos de gestas en colores,
relato de feroces recreos en los que se elevaba, unánime,
la flor lacerante de las jerarquías.

Puro acontecer, tiempo sin cesura.
No era entonces necesario
tamizar la luz; un océano
apenas hubiera separado
el mundo de la boca.

Pero fue un instante
que estuvimos ilesos.

La inminencia de la noche daba
a todo gesto
un aire terminal.
Miedo de ir a tener miedo,
miedo a la tibia delación de unas sábanas
que confirmaran
la sospechada circularidad
de los días: la noche sucedería a la mañana
y el cuello de mi madre
quizá no estuviera
urgente,
como un desayuno.

Es terrible bucear por vez primera
sobre el filón convexo de la espalda.
Una cuenta, si se inicia,
pierde todo su sentido. Yo sé.
Iremos abundando
en la ciencia de las cuerdas;
el cabo de la infancia empieza a trazar
su arco imperceptible
—ira marina de las culebras—.

También se comban
lo años inmediatos

y no lo hacen
para vernos pasar.

Julieta Valero – Altar de los días parados

Bartleby Editores.


domingo, 22 de enero de 2017

TIMOS HISTÓRICOS UN POEMA DE ANTONIO ORIHUELA





TIMOS HISTÓRICOS

Vi a los empresarios forzando la negociación a la baja
y exigiendo la eliminación de costes laborales
como requisito para crear empleo
y después llevándose la empresa a Polonia o a China,
esto vi.

Vi a los sindicatos y la patronal embolsándose
600 millones de euros por dar cursos que nunca se impartieron
a alumnos que no existen,
esto vi.

Vi al ministro de Defensa nada más jurar el cargo
entregar 40 millones de euros de dinero público
a la empresa de bombas de racimo
para la que antes trabajaba
en concepto de indemnización,
esto vi.

Vi al Banco de Valencia rescatado con dinero de todos nosotros,
hacer prestamos a fondo perdido
al Presidente de la Generalitat para comprar un palacete,
a Antonio Asunción para que renovara al PSOE
y al ex presidente balear Jaume Matas para que evitara la cárcel,
esto vi.

Vi a un banquero diciendo que el Estado del Bienestar
era económicamente insostenible
antes de ser imputado por evasión de impuestos
y luego indultado por el Gobierno,
esto vi.

Vi al socialista Yorgos Papandreu
salvando a los bancos alemanes y franceses
y ahogando en la miseria y el sufrimiento
al pueblo que le votó como presidente,
esto vi.

Vi a Lucas Papademos, vicepresidente del Banco Central Europeo,
miembro del lobby neo-liberal dedicado a sobornar políticos
llamado Comisión Trilateral fundada por Rockefeller
gobernador del Banco de Grecia,
acusado de falsear las cuentas del déficit público de su país
con la ayuda de Goldman Sachs,
nombrado presidente del Gobierno por los bancos,
esto vi.

Vi a Mario Monti, director europeo de la Comisión Trilateral
y asesor de Goldman Sachs durante el periodo
en que ésta ayudó a ocultar el déficit del Gobierno griego,
elegido por los bancos primer ministro de Italia,
esto vi.

Vi a Luis de Guindos, asesor para Europa de Lehman Brothers
y presidente ejecutivo para España y Portugal de dicha entidad
convertirse en el ministro de Economía que a va sacarnos de la crisis
después de alentarla,
esto vi.

Vi a los que crearon la crisis
llamados por la prensa estadounidense
“El gobierno de Godman Sachs en Europa”,
y que se presentan ahora
como la única opción viable para salir de la misma,
esto vi.

¿Nadie más lo vio?

Antonio Orihuela – Cosas que tiramos a la basura


Amargord Ediciones



viernes, 20 de enero de 2017

UN POEMA DE LA PACIENCIA DE LOS ÁRBOLES DE MARÍA SOTOMAYOR





Después de echarse sobre la cama
de hacerlo en chiquito y con una risa de niña sorda
entras al charco, bajas la cabeza
y te sacudes el cuerpo de miles de fibras de luz
que con torpeza innata
gotean sin dolor la lenta respiración
del gris que te está muriendo en los brazos

y entras otra vez pero sin hacer ruido
con tu desnudez de adentro libre y brillante
de algún modo el bosque es cada vez más grande
y hay alguien pasando los dedos por los troncos
como arpa sonando la corteza de lo inamovible

hay cosas que al crecer no hacen mucho ruido
y así deberíamos ser: silenciosos e inmensos
una eterna trenza de raíces dentro de nosotros
definitivamente dentro

María Sotomayor – la paciencia de los árboles

LE TOUR 1987


domingo, 15 de enero de 2017

EMILIA: MADRE DE LA AUTORA UN POEMA DE CRISTINA MORANO DE EL RITUAL DE LO HABITUAL





08. Emilia madre de la autora

Mido metro y medio
pero mis pies calzan un 38,
me hicieron así para afianzarme
sólidamente sobre el suelo;
más que andar, deslizo el mundo.
Son grandes barcos
mis pies. No me tambaleo:
aguanto. Lo que más me gusta
es ver por la tele los campeonatos
de patinaje artístico.

He vivido ¿por qué?
He limpiado la casa donde nací
desde que nací. La heredarán
mis hijos: menudas piezas.
Paco es alto: calza un 46
pero es un pájaro o una flauta,
parece no casar bien con el mundo.
A Cris le puse nombre de reina,
a veces trata la gente como a súbditos;
ni su alma se ha librado del látigo.

Los hijos son tan poca cosa…
las casas, la calle del mercado,
los hospitales donde me han abierto
y me han cosido; de todos ellos saliendo
por mi propio pie, siempre;
ese esfuerzo: para sangrar de nuevo
tantas vueltas.
Las vueltas que hay que dar
para poder morirse.


Cristina Morano – El ritual de lo habitual


Amargord ediciones

sábado, 14 de enero de 2017

SEIS POEMAS DE LA CASA SIN VENTANAS DE ALBERTO GARCÍA-TERESA




 


En la casa sin ventanas,

rellenamos los colchones

con vertidos, chatarra y gases diamantinos.



Nuestra comodidad reposa

sobre mullidas montañas de cadáveres.








En la casa sin ventanas,

los censores viven dentro de nuestras pupilas

con aliento a itinerarios hendidos

y a litera.



Pero cuando alguien desanda sus pasos, rasca

los tabiques, cuestiona

el reparto de mantas

o la estructura de las prótesis,



desnudas sus colmillos,

electrifican el encierro

y colocan silencios para que el olvido carcoma

lentamente

toda posible cicatriz.









En la casa sin ventanas,

un atlas es

literatura fantástica.








La casa sin ventanas

está repleta de espejos.









En la casa sin ventanas,



comemos

de cara a la pared,



reflexionamos

de cara a la pared,



amamos

de cara a la pared,



reivindicamos

desafiamos

imaginamos

nos medimos



de cara a la pared.









También edificamos

una casa sin ventanas

bajo nuestra piel,

dentro de una casa

sin ventanas de una casa

sin ventanas de una

sin





Alberto García-Teresa – La casa sin ventanas

Baile del Sol Ediciones



viernes, 13 de enero de 2017

PUESTO DE CONTROL DE BELÉN UN POEMA DE ROBIN MYERS





 
Puesto de control de Belén

 

«Yo no soy como tú: para una voz

yo sólo tengo un cuerpo»

Louise Glück

 

El soldado se hace el muerto. Miles

de hombres se apiñan en los tornos.

¿Quién se piensa que es?

¿Morirse ahí, en su puesto,

en hora punta,

a la vista de todos?

Él cree que está muerto.

Los hombres, indignados,

se aferran a las barras

esperando su turno.

El soldado murió

con los brazos extendidos

a lo largo de la mesa,

un gesto repentino congelado

en la testarudez

del rigor mortis.

Los hombres se apoderan de su lengua

y gritan

y lo insultan en la de ellos.

Él carece de lengua,

no tiene ojos.

Tiene una calavera que se pudre

adentro de su gorra.

Los hombres despotrican e intentan persuadir

y se cansan y escupen y patean los barrotes

como costillas.

Crecen.

La fila se despliega hasta adentrarse

en las entrañas de la tierra.

El sol se eleva.

Más encumbrado, hasta en la muerte,

que el propio sol, sabe el soldado

que la muerte no alcanza,

que también va a pasar,

que exige un tipo de consentimiento

más absoluto

de lo que su rango

podría pretender.

Y sin embargo, mientras está aquí

se siente bendecido,

no sirve para nada,

no es hombre ni palabra,

un fantasma y un huérfano,

irresponsable.

despojado;

si no absuelto,

al menos eximido.

Hasta que:

 

¡Hijo de puta!

 

De repente, un milagro.

Una infracción,

una respiración,

entendimiento:

el soldado oye,

el soldado se mueve,

el soldado levanta la cabeza.

Y levanta la mano.

Y una vez más

junta los cinco dedos

de una forma

que sus huesos recuerdan, apretados

según las órdenes reflejas

de su hogar terrenal,

un gesto que, de todos modos.

articula la jerga

preciosa de su paraíso.

 

¡Esperen!

 

Y se muere otra vez.

 

Robin Myers – lo demás - Kriller71ediciones